Antes de que De ver pasar desembocara en este libro, primero fue un ejercicio de escritura que se impuso como memoria de un devenir en forma de breves ensayos. Cada uno de ellos aspira a traducir la composición de una imagen fotográfica, tomada a la sombra de ese vaivén que nos obliga a bajar escaleras de granito y a cambiar de acera cuando el sol quema la piel. Su interés creció con el tiempo de la contingencia sanitaria, causada por la pandemia del COVID-19. Se pretendió hacer un registro de lo que nos estaba pasando, de ese tiempo lento, inesperado y enigmático; de esa orden ambigua de «Quédate en casa». Por eso estas páginas se publicaron en el portal La cebra que habla, como esa inscripción que quiere permanecer en el intervalo de la huella y el testimonio. Ahora que este ejercicio de escritura se recoge a manera de libro, sospecho que los textos seleccionados no han perdido del todo su carácter inédito. Algo nuevo arroja su unidad, el orden de su inventario. Espero que despierte alguna emoción en el lector que sigue viviendo un tiempo lento en el que lo inesperado y enigmático, arroja signos que conviene discernir.